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La Fábrica de

La Fábrica de "Los Vera"

31 Mayo 2023

La Fábrica de Gabriel Vera García (Los Vera) La actividad industrial nace en el año 1890 como Vera Hermanos y Juán, que llegaría a tener una plantilla de más de 100 trabajadores y cuyo personaje destacado era José Torres que además de orientar las muestras, dirigía la empresa; años después pasaría a llamarse Sucesor de Vera Hermanos y es en el año 1925 cuando toma el nuevo nombre de Hijo de Gabriel Vera García.

Gabriel Vera García trabajaba como inspector de ferrocarriles y en uno de los frecuentes viajes a Elda, conoció a la que sería su esposa y aprovechando experiencia de su suegro, de apellido Coronel, que era un pequeño empresario de calzados, inició una modesta industria en un local situado en las afueras de Elda, en la carretera de Alicante, a la altura de la "fuente de los burros" (abrevadero existente en aquellos años, para las caballerías, y que estaba ubicado a la altura del final de la calle Padre Manjón).

Gabriel, tenía tres hijos: Genaro, Joaquín (que por un accidente en su niñez quedó tuerto) y Ángel que se dedicó a la política llegando a ser gobernador de Zaragoza.

La pequeña fábrica para hacer zapatos de series y chicarro (como empezaron cientos de fabricantes en Elda), alcanzó un gran éxito, especializándose más adelante en la fabricación de calzado de señora, generando abundantes recursos económicos para poder dar un salto cualitativo que supondría la construcción de la mayor fábrica de calzados que ha tenido Elda en todos sus tiempos, lo que durante muchos años se llamo como la "Fábrica de los Vera".

Ubicación y superfices

Las obras se iniciaron en el año 1927, en una manzana que daba a cuatro calles (entonces toda esa zona eran las afueras de Elda), el terreno lo delimitaban las calles actuales de Antonino Vera, donde se ubicó la fachada principal con dos plantas, la calle José María Pemán, a la que abría ventanas una gran nave que llegaba hasta la calle Ramón Gorgé y otra nave similar que llegaba desde la esquina de Antonino Vera a la nombrada Ramón Gorgé, donde se cerraba un gran patio en el que estaban instalados los servicios de la fábrica, así como el motor generador que la ponía en marcha en tiempos de restricciones.

   

El edificio por tanto tenía forma de U abierta en la calle Hilarión Eslava; en Antonino Vera la edificación tenía dos plantas, en la planta baja estaban las oficinas y almacenes; en la de piso el cortado y aparado; las naves laterales solamente tenían una planta y en ellas estaban ubicadas las secciones de zapateros manuales, mecánica, almacén de limpieza y almacenes de facturación.

Esa impresionante nave industrial y sus patios llegaban a tener 3182 metros cuadrados de superficie sin contar los patios interiores. La fábrica estaba dotada de las máquinas más modernas de aquellos años y en la sala de máquinas o de fabricación, además de estar acinados los carros de madera que servían de soportes de las tareas a realizar, había decenas de montadores sentados en sus sillas; en las dos paredes laterales se instalaron unos grandes ejes que ponían en movimiento unas ruedas de madera que, con poleas también de madera y correas de cuero,accionaban las máquinas que se embragaban con un pedal a aquellos ejes que se ponían en movimiento accionados po un gran motor central.

             

Esta fábrica disponía también de un generador, alimentado por gasoil, que se ponía en marcha cuando se cortaba la electricidad (cosa muy frecuente en aquellos años). La construcción de la fábrica la llevó a cabo Segismundo Falcó, que era el constructor de moda de la época y que por entonces también se iniciaría una gran obra frente a la fábrica, en la fachada de la calle Hilarión Eslava, el chalet que se conocería como "El Chalet de Porta". 

Una importante suma para una importante fábrica

Se invirtió en estas naves, la cantidad de 400.000 pesetas (una suma muy estimable para la época).

Se fabricaban zapatos de señora de gran calidad, lo que llamamos zapatos fino o de lujo de bottier que se vendían en territorio español, pero también se exportaban a Brasil, Méjico, Colombia, Guatemala y varios países más de Hispanoamérica, a pesar de que esta empresa no llegó a los años de mayor pujanza de la exportación, realizó algunos pedidos para los mercados europeos.

                                  

 La producción era aproximadamente de 1500 pares de calzado de señora diarios y para ello se contaba con una plantilla de más de 500 trabajadores. La importancia de esta empresa nos la da el dato de que las existencias estaban aseguradas por 1.500.000 pesetas.

Encargados de sección

Como un homenaje a los cientos de trabajadores que estaban en la plantilla de esta empresa, destacamos a aquellos que tenían determinados puestos de responsabilidad. El encargado de aparado lo ocupaba Llopis, también Luís Navarro "Claritas"; como aparadora, entre otras, Dolores Esteve Orgilés; el encargado de las pieles era Rafael Anaya; en la preparación de los zapateros Ramón Mira Madrid; en las oficinas la mayor responsabilidad recaía en Luís Sánchez y como aprendiz estaba Lolita Miralles, que dada su corta edad, diez años, tenía que pedir permiso en el colegio de don Elíso Verdú (que estaba frente a la fábrica), para acudir a su trabajo antes de acabar las clases.

Las pieles las suministraban los hermanos Sebastián y Alfonso Rosas.

La Guerra Civil 

Como consecuencia de las dificultades de los primeros momentos de la guerra civil, 1936-1939, la fábrica se vio forzada a cerrar sus puertas; durante ese periodo fue incautada y trabajó, como muchas otras, para realizar material militar; tras la contienda no volvió a su actividad anterior y durante años las naves fueron alquiladas para muchos usos, entre ellos, un cine, "El Gloria" y en la parte de Hilarión Eslava, varias agencia de transportes, entre ellas la de Navarro; Gómez; Tordera; Julián Maestre; y el resto de naves tuvieron también varios inquilinos, ente ellos: Hijo de Juan Goméz Rivas o el que fue muy conocido por su apodo, "El Chateras".

Anedotarario

Como casi siempre hay muchas anécdotas que contar, algunas que nos han llegado referidas a esta fábrica y sus solares y edificios en estado de semiabandono, destacamos algunos, por ejemplo: Nos cuenta Juan Deltell Jover, que como almacenista de esa fábrica, trabajaba su madre y, en estado lactante, le llevaba su hermana mayor todos los días y a determinadas horas a la fábrica para que su progenitora le alimentase dándole pecho. 

También nos comenta Angel Vera, que en una de las esquinas de la cerrada nave, la que hace calle con la actual Elia Barceló y Antonino Vera, se llegó a instalar un criadero de patos.

Los solares abandonados de los patios centrales sirvieron para que muchos niños, estudiantes de la Academia del Santísimo Cristo (antes academia de D. Eliso), jugasen en los recreos del colegio, con los juegos de la época: el quedo o pintolana, entre otros, sin olvidar algún que otro partido de fúlbol.

Huellas de nuestro pasado que sirven para afianzar los pilares de nuestra cultura zapatera, de los grandes industriales, de los magíficos y sacrificados obreros, que dieron honor a nuestra industria del calzado.

José María Amat mayo de 2023